Anticipemos la victoria definitiva con una ofensiva
ideológica revolucionaria


Discurso pronunciado en la VIII Conferencia de Trabajadores
Ideológicos del Partido del Trabajo de Corea


25 de febrero de 2014
KIM JONG UN

   Efectuamos la VIII Conferencia de Trabajadores Ideológicos del Partido del Trabajo de Corea en un momento significativo en que se cumplen los cuarenta años desde que el gran compañero Kim Jong Il declaró como programa supremo de nuestro Partido la identificación de toda la sociedad con el kimilsungismo.
   Aprovecho esta oportunidad para rendir el más profundo homenaje al gran Líder Kim Il Sung, fundador y constructor del invencible Partido del Trabajo de Corea, y al gran Dirigente Kim Jong Il, su eterno Secretario General, en reflejo de la unánime voluntad de todos los participantes en la Conferencia y los demás miembros del Partido.
   En esta magna cita extiendo en nombre del Primer Secretario del PTC mi sincero agradecimiento y saludos militantes a todos los participantes en ella, a los trabajadores ideológicos de todo el Partido y a los propagandistas de base del país entero, quienes como trompeteros de la revolución y orientadores de la época trabajan con pasión y abnegación en los centros laborales y puestos de todo el país.
   Convocada con una magnitud sin precedentes en la historia del Partido, la presente Conferencia será un hito de cambios trascendentales para perpetuar las hazañas del gran Líder y el gran General, quienes con la bandera de la idea Juche en alto condujeron a la revolución coreana por el camino recto del triunfo, reconocer y reafirmar la importancia de la labor ideológica y hacer resonar más los cañonazos de la batalla ideológica de acuerdo con la demanda de la revolución en desarrollo.
   Para un partido revolucionario y responsable del destino del pueblo la idea es el arma más poderosa y única. Sin ella son inconcebibles el nacimiento y la existencia del partido, así como fuera de la labor ideológica resultan impensables la labor partidista y la lucha revolucionaria. Con la idea se preserva la vida de la revolución y gracias a ella prosigue la revolución.
   Para la revolución coreana que comenzó de la nada, su única arma fue la gran idea revolucionaria. Los revolucionarios coreanos recurrieron a ella para ganarse compañeros, conseguir armas, vencer a los potentes enemigos imperialistas y construir un socialismo próspero y poderoso. Ningún otro país y partido registra en sus anales una revolución como la nuestra que dio sus primeros pasos con una clara directriz y que supo convertir la idea en una poderosa fuerza que impulsa la grandiosa lucha y transformación.
   Se puede afirmar que toda la trayectoria recorrida por la revolución coreana ha sido de hecho una historia de la batalla ideológica encaminada a demostrar plenamente la fuerza de la verdad que entrañan las ideas revolucionarias del gran Líder y del gran General.
   La labor ideológica ha sido siempre la mayor prioridad de nuestra revolución y su gran tradición fue establecida ya en los albores de la revolución.
   Gracias a la atinada dirección del gran Líder y del gran General quienes en todo el proceso revolucionario colocaron por encima de todo la labor ideológica y lo resolvieron todo movilizando la fuerza espiritual de las masas populares, nuestra revolución siempre ha hecho de su bandera símbolo de la victoria, abriendo el nuevo camino de la historia. Al movilizar al máximo el espíritu del ejército y el resto de la población, nuestro Partido alcanzó el gran auge en los días difíciles en que se decidían el triunfo o el revés, el avance o el retroceso de la revolución y esta dio pasos agigantados en cada momento en que se producían cambios en la labor ideológica.
   La III Conferencia de Trabajadores Ideológicos del PTC, celebrada hace cuatro decenios y en la que el gran General declaró como programa supremo del Partido la identificación de toda la sociedad con el kimilsungismo, adquiere especial importancia para la historia de nuestra organización política que con ayuda de la ideología ha abierto coyunturas trascendentales de la revolución.
   Tal declaración del gran General y su formulación del kimilsungismo como directriz del Partido constituyen un acontecimiento político que dilucida el camino de la revolución coreana para adelantar el triunfo definitivo y que moviliza a todos los militares y civiles a alcanzar ese objetivo.
   Este histórico avance para identificar a toda la sociedad con el kimilsungismo ha contribuido a fortalecer el estado mayor político que por primera vez en la historia de la construcción del partido revolucionario logra la unidad de la ideología y la dirección, a preparar las invencibles fuerzas armadas revolucionarias que enarbolan la bandera roja del Partido del Trabajo como su primer estandarte y a consolidar la unión monolítica de las fuerzas.
   La historia nos demuestra claramente cómo en este territorio con profundo arraigo del servilismo a las grandes potencias y del dogmatismo se ha levantado un poderoso Estado soberano con su propia economía y capacidad defensiva y cómo ha emergido un baluarte socialista inexpugnable que no se perturba ante ninguna vorágine de la política mundial ni ante las más perversas conspiraciones de aislamiento y acoso de los imperialistas.
   Hoy la humanidad ve el camino a seguir en el gran kimilsungismo-kimjongilismo. En todos los rincones del planeta esta doctrina revolucionaria de la independencia, idea centrada en las masas populares, se anida en el alma de los pueblos que anhelan la auténtica libertad y felicidad y flamea como bandera de su lucha.
   Nuestros militares y civiles se sienten infinitamente orgullosos de hacer la revolución durante varias décadas siguiendo el camino indicado por esa directriz de la era de la independencia, en el país respetado por todo el mundo y que dio origen a esta idea.
   Anticipar la victoria definitiva de la revolución coreana, sosteniendo invariablemente la bandera del gran kimilsungismo-kimjongilismo, constituye la fe y voluntad de nuestro ejército y pueblo y la aspiración de nuestra era e historia.
   Debemos culminar sin falta la revolución coreana, recurriendo a la idea y la unidad monolítica, en obediencia al programa supremo del Partido de identificar a toda la sociedad con el kimilsungismo-kimjongilismo.
   Los trabajadores del sector ideológico son abanderados en la tarea de transformar a todo el Partido y la sociedad según el kimilsungismo-kimjongilismo.
   Del éxito de la labor ideológica dependen tanto la labor dirigida a convertir a todos los miembros de la sociedad en kimilsungistas-kimjongilistas como la tarea de transformar todos los aspectos de la vida social según los requisitos del kimilsungismo-kimjongilismo.
   Sugiero que ustedes reflexionen una vez más sobre la verdadera intención que tenía el gran General cuando organizó la mencionada Conferencia y declaró el programa en cuestión en esa cita de propagandistas del Partido de distintas partes del país.
   Nos corresponde prender el fuego primero en el sector ideológico del Partido e intensificar la labor ideológica, a fin de acelerar notablemente el ritmo de la marcha de nuestra revolución para identificar toda la sociedad con el kimilsungismo-kimjongilismo.
   Tenemos la rica experiencia de haber impulsado con una enérgica ofensiva ideológica la marcha histórica para alcanzar ese objetivo y disponemos de eficientes fuerzas y medios de propaganda y agitación que en un santiamén pueden poner en actividad a todo el pueblo.
   El espíritu fundamental de esta Conferencia consiste en anticipar el triunfo definitivo de la revolución enarbolando más alto la teoría original sobre la preferencia de la ideología, una poderosa arma.
   Partiendo de la necesidad real de identificar toda la sociedad con el kimilsungismo-kimjongilismo, tarea general de la labor ideológica del Partido, su Comité Central lanza en esta Conferencia la consigna ¡Anticipemos la victoria definitiva con una ofensiva ideológica revolucionaria!
   Convencido de que todos los participantes en ella y otros trabajadores ideológicos de todo el Partido sabrán multiplicar la fuerza de la idea revolucionaria del Partido y el inagotable potencial espiritual de los militares y civiles, con el orgullo y la responsabilidad de ser abanderados ideológicos en el logro de la causa de la identificación de toda la sociedad con el kimilsungismo-kimjongilismo, quisiera referirme a algunas cuestiones que encara hoy el sector de la labor ideológica del Partido.
   Ante todo, es necesario concentrar todas las fuerzas de la labor ideológica del Partido en la tarea de establecer firmemente el sistema de dirección única del Partido.
   Con la implantación de ese sistema en todo el Partido y la sociedad pretendemos consolidar por todos los medios la unidad, cohesión y combatividad del Partido, estado mayor político de la revolución, materializar cabalmente los legados del gran Líder y del gran General y realizar cuanto antes el sueño e ideal de nuestro pueblo.
   Vivimos un período importante que nos exige superar las dificultades de la revolución agrupando compactamente al ejército y pueblo en torno al Partido, un momento para movilizar al máximo el fervor patriótico, el ingenio y la inteligencia de todos los militares y civiles a la tarea de acelerar la construcción de un Estado poderoso y próspero.
   Y es precisamente el sistema del que hablamos un sistema ideológico y de dirección consagrado a materializar más exhaustiva e impecablemente dicha tarea histórica.
   La labor ideológica de nuestro Partido debe partir necesariamente de la tarea fundamental que encara hoy el Partido y concentrarse en ella.
   Sin embargo, en el trabajo actual de las organizaciones partidistas se percibe la tendencia a establecer el sistema de dirección única del Partido solamente de palabra y en los documentos.
   Aunque todos los miembros del Partido aceptaron y discutieron sobre el documento que habla de la necesidad de establecer el referido sistema y estudiaron, escucharon conferencias e hicieron juramentos a tal efecto, la realidad es que no pudieron descubrir ni eliminar oportunamente la secta de la nueva versión en el seno del Partido.
   La reaparición de la secta en el Partido, pese a su gran idea revolucionaria, su línea y política más justas, sus organizaciones y un pueblo extraordinario, recae en cierta medida en nuestros trabajadores ideológicos.
   Su verdadera naturaleza radica en que es un ente ideológicamente podrido que por fuera se atemoriza ante la presión del imperialismo y por dentro está corrupto y contaminado por la ideología y la cultura burguesas.
   El sectarismo que le desafía al sistema de dirección única del Partido comienza precisamente con la corrupción ideológica y la disidencia termina irremediablemente en la oposición al Partido y la revolución.
   Lograr la unidad ideológica de las filas del Partido y de la revolución es la esencia y el meollo de la lucha para establecer el sistema de dirección única del Partido.
   La meta de la ofensiva ideológica revolucionaria dirigida a implantar ese sistema es hacer del gran kimilsungismo-kimjongilismo y de la línea y la política del Partido que lo encarnan una inquebrantable fe de las masas populares.
   Las ideas revolucionarias de nuestro Partido concuerdan siempre con las aspiraciones y exigencias de las masas populares y no puede haber una línea o política que nuestro pueblo no comprenda ni admita.
   Es preciso comenzar la ofensiva ideológica con una nueva fiebre para estudiar a fondo las sempiternas obras del gran Líder y General que exponen el kimilsungismo-kimjongilismo en todas sus dimensiones y los documentos del Partido.
   Dichas obras y documentos son excelentes manuales de la educación en la ideología única y una enciclopedia que recoge el lineamiento y la política de nuestro Partido.
   A través de su estudio sistemático y correspondiente al orden cronológico, todos los miembros del Partido, trabajadores y militares se pertrecharán firmemente con la idea Juche, la Songun, el patriotismo de
   Kim Jong Il, las tradiciones revolucionarias de nuestro Partido y la conciencia de clase, así como comprenderán correctamente las nuevas líneas y política del Partido.
   Se requiere una esmerada labor educativa para que todos se pongan al tanto de los legados del gran Líder y del gran General y de la política del Partido para sus respectivos sectores y unidades y hagan de los mismos un credo en el trabajo y la vida.
   En cuanto a las medidas políticas del Partido que se presentan en cada período, las deben explicar y divulgar persuasivamente acorde a la lógica para que las mismas masas las simpaticen y acepten como suyas. Como quien le indica al que tiene sed el lugar donde se puede beber agua, prestarán atención a explicar lo que las personas quieren saber y escuchar a base de la política del Partido y de manera convincente.
   Si visitamos a una unidad, preguntamos a cualquiera sobre la línea y política del Partido y él las conoce como un quehacer de su propia familia, podemos afirmar que en esa entidad se realiza bien la labor ideológica y se ha establecido el sistema de dirección única.
   En la labor ideológica no se debe permitir jamás el “privilegio”.
   Reza una sentencia: una piedra en movimiento se cubre de musgo. De igual modo, el privilegio degenera a la gente. Puede haber tareas especiales entre las asignadas por el Partido, pero jamás puede haber en su seno “casos especiales” con el derecho a holgazanear en la vida ideológica e ignorar su línea y política. Cuanto más especial que sea una unidad, tanto más debe intensificar la labor ideológica y forjarse cual acero en el horno de la lucha ideológica.
   Si se es un trabajador ideológico, debe ser capaz de captar con un simple estudio la extrañeza de la mirada de la gente. Con respecto a los intentos de regatear las resoluciones del Partido, mancillar por todos los medios sus méritos de dirección y depositar “cresas” en nuestro seno, renunciando los principios partidistas y clasistas, tenemos que desenmascararlos por completo y operarlos a tiempo con el bisturí de la ideología.
   Es importante unificar ideológicamente al Partido y las filas de la revolución en estrecha combinación con la práctica.
   La ideología de una persona se manifiesta no por sus expresiones revolucionarias o determinación sino por la acción y el resultado del trabajo. Quien habla poco pero materializa el proyecto y decisión del Comité Central del Partido en el tiempo definido y de acuerdo con su exigencia, es el que ha asimilado como credo su ideología.
   Poner en práctica la ideología del Partido y defender su política es la mayor expresión de la fidelidad y una buena ocasión para convencerse de la justeza de su línea y política.
   Los constructores militares que el año pasado obtuvieron un gran triunfo en el monte Masik, crearon el milagro de acortar diez años en uno con la resuelta determinación de no postergar ni un momento la hora de inauguración del establecimiento anunciada ante el mundo por el Partido y, de esta manera, defendieron firmemente su prestigio.
   La labor política que el Ejército Popular llevó a cabo sobre el terreno recurriendo a todos los medios y como una ofensiva, para que a todos, desde los generales hasta los soldados, les ardiera el corazón con la única aspiración a materializar la orden del Comandante Supremo, sirve de un buen ejemplo de la batalla ideológica dirigida a establecer el sistema de dirección única del Partido.
   En todas las ramas y unidades harán un análisis y balance ideológicos de lo que han hecho o no para materializar el legado del gran Líder Kim Il Sung y el General Kim Jong Il, la nueva línea del Partido sobre el Desarrollo Simultáneo y sus orientaciones para saber cuáles son sus causas, y emprenderán una gran campaña de propaganda y agitación, similar a la que se realiza en las trincheras en plena guerra, encaminada a aprender del espíritu de los militares de cumplirlos a riesgo de la vida.
   El principal objetivo en la ofensiva ideológica para implantar el sistema de dirección única del Partido es la errónea concepción ideológica y actitud de trabajo de los funcionarios que si bien hablan a favor del cumplimiento de la política del Partido, en realidad no la ejecutan de inmediato.
   Debemos combatir los males ideológicos de los que se muestran indiferentes ante el incumplimiento de la política del Partido en sus respectivas ramas, unidades y regiones y ante las dificultades de la población en la vida. Es preciso desplegar con acertada metodología la educación y lucha para arrancar de raíz los malsanos elementos ideológicos como el derrotismo, pancismo, formalismo, facilismo, irresponsabilidad y egoísmo sectorial. Indispensables son para un mayor efecto la meticulosa cooperación de los sectores de propaganda y organización del Partido y la batalla ideológica acompañada de las sanciones legales.
   Hemos de lograr que la elevada fuerza espiritual de nuestro ejército y pueblo, que acabaron con la secta de la nueva edición y están decididos a seguir invariablemente al Comité Central del Partido en el largo camino de la revolución, se convierta en una llamarada para el gran auge revolucionario.
   Si remontamos la historia, podemos constatar que después de eliminada una banda hostil al Partido y a la revolución a raíz del V Pleno del Comité Central del Partido, la Guerra de Liberación de la Patria concluyó con una gran victoria a nuestro favor; al acabar con otra secta en agosto de 1956, se produjo el gran auge Chollima; y luego de desenmascarar y excluir a los revisionistas opuestos al Partido en el XV Pleno del cuarto CC del Partido, se logró un triunfo sorprendente para todos en el enfrentamiento contra el imperialismo estadounidense y la industrialización socialista.
   El sector ideológico convocará a todos los miembros del Partido y otros trabajadores a ser abanderados de la lucha y protagonistas de hazañas que defienden al Comité Central del Partido con un gran auge revolucionario, siguiendo el ejemplo de sus predecesores.
   Si todo el ejército y el pueblo forman una muralla en torno al Partido y se logra un gran auge en la construcción socialista, esto servirá para despertar a los hombres carentes de fe y otros elementos indecisos que son una minoría y afianzar más el sistema de dirección única del Partido sobre sus organizaciones y toda la sociedad.
   Otra tarea importante del sector ideológico del Partido es lanzar una gran campaña ideológica para asegurar la defensa del socialismo.
   El socialismo fue y es el ideal de la humanidad, así como una tendencia irrefrenable de la época.
   Actualmente, abrimos un nuevo camino de la historia frustrando las desesperadas ofensivas del imperialismo, en aras de la dignidad del pueblo independiente y el destino del socialismo. Hoy por hoy el avance del socialismo y la inevitabilidad de su triunfo dependen del empeño de los revolucionarios coreanos.
   Para cumplir la gloriosa e histórica misión que asumen nuestro Partido y pueblo, los trabajadores ideológicos, núcleos rojos del Partido, deben ser antorchas inextinguibles y clarines de mucha resonancia.
   Es preciso dar a conocer claramente a los militantes del Partido y demás trabajadores la esencia y el carácter de la actual defensa del socialismo.
   En la década de 1990 creamos el milagro histórico de salvaguardar nuestra ideología y régimen de las maniobras de aislamiento y acoso de la alianza imperialista.
   La defensa de hoy puede catalogarse como una lucha encaminada a manifestar al máximo la superioridad y el poderío del socialismo, ratificando las victorias y los éxitos ya alcanzados, y así superar al imperialismo en todos los dominios de la vida social.
   Ahora nuestro Partido considera la agricultura y la ciencia como avanzadas para la defensa del socialismo. Esto nos advierte que no olvidemos ni un momento que la invisible confrontación y la reñida competencia con el imperialismo tienen lugar tanto en los escenarios de enfrentamiento de las fuerzas armadas como en todos los lugares donde residen nuestros ciudadanos. Si, embriagados por los logros ya obtenidos, no impulsamos el proceso revolucionario y constructivo ni le hacemos beneficios reales al pueblo, el socialismo perderá su vitalidad.
   Debemos levantar lo antes posible el Estado poderoso y próspero al manifestar al máximo la superioridad y el poderío del socialismo, que jamás puede imitar o poseer el capitalismo, hasta que el socialismo tenga una diferencia abismal en todos los sentidos respecto al capitalismo.
   Se necesita desplegar una dinámica batalla ideológica encaminada a manifestar plenamente el poderío de la gran unidad militar-civil en la edificación de un Estado poderoso y próspero.
   La unidad monolítica del Ejército y el pueblo en torno al Partido constituye la piedra angular de nuestro socialismo y lo más importante para la construcción de un Estado poderoso y próspero. Los portentosos éxitos que se lograron de forma sucesiva en los últimos días conmoviendo a todo el territorio patrio son todos, sin excepción, productos de la gran unidad y cooperación entre militares y civiles.
   También en el futuro el Ejército Popular debe desempeñar el papel protagónico y ser vanguardia en el fortalecimiento del poderío de la unidad militar-civil. Profundizará en la propaganda y la agitación dirigidas a poner de manifiesto su poderío como tropas de firme ideología en la defensa de la Patria y la construcción socialista. Las organizaciones partidistas y los órganos políticos en el Ejército, en un intento de mantener la gloriosa tradición del poderoso Ejército revolucionario que ratificó con su indomable espíritu la verdad de que Corea pone inmediatamente en práctica su decisión y la hace realidad, crearán de continuo los vocablos que representan a la época como Velocidad de Masikryong, en tanto que las organizaciones partidistas de la sociedad civil impulsarán el trabajo dirigido a aprender el espíritu revolucionario de los militares y su estilo de lucha.
   Si llega el momento de la lucha decisiva con el enemigo, tenemos que lograr la victoria definitiva con el poderío de la gran unidad militar-civil, poderío de la resistencia de todo el pueblo, basado en el espíritu revolucionario de los militares.
   Es necesario desplegar con energía la ofensiva ideológica para registrar innovaciones colectivas en todos los sectores y unidades.
   Nuestro pueblo tiene la valiosa experiencia de haber abierto, ya en la década de 1970, caracterizada por los cambios trascendentales, una época de gran apogeo en la construcción socialista mediante el movimiento por la innovación colectiva.
   En esa década en que librábamos con ímpetu la Batalla de Velocidad, en medio del resonante tamboreo de la revolución, protagonizamos una magna creación y transformación, sin precedentes en la historia de la patria, mientras reaccionábamos militarmente a los ejercicios de guerra de gran escala del imperialismo norteamericano. Fue en aquella época en que nuestro país abolió por primera vez en el mundo el régimen de impuestos, llevó a la práctica la enseñanza obligatoria general de once años y prestó mucha ayuda a las naciones emergentes y a los pueblos que luchaban.
   Nuestro Partido se propone edificar una potencia económica y un Estado civilizado con el mismo brío de los años de 1970, poniendo de manifiesto el poderío del socialismo y del colectivismo.
   En el Ejército Popular y demás sectores de la sociedad hay que desarrollar con más vigor el movimiento por el título de Séptimo Regimiento de O Jung Hup y el movimiento por la bandera roja de las tres revoluciones y desencadenar en todo el país el fervor de la competencia colectiva mediante el fomento de emulaciones socialistas entre ramas, entidades, regiones y por etapas.
   En la actualidad nuestro Partido le exige al ejército y otras esferas de la sociedad crear unidades modelo y, con ellas como referencia, producir innovaciones solidarias. Los trabajadores ideológicos prestarán atención a promover el afán de creación y las iniciativas de las masas tanto en la creación de prototipos de la época como en las emulaciones encaminadas a adelantarlos.
   Es preciso librar una intensa lucha ideológica contra el abuso de autoridad y el burocratismo para que todos los funcionarios sean pilares que aúnan las voluntades del colectivo, en su permanente convivencia con las masas, y enérgicos abanderados del movimiento masivo de innovación.
   Hay que dedicar esfuerzos a la labor de propaganda y agitación dirigida a manifestar plenamente el espíritu de apoyarse en las propias fuerzas, cuya vitalidad fue comprobada claramente en las duras pruebas de la historia.
   Toda la historia de nuestro socialismo se resume, por decirlo así, en el apoyo en nuestras propias fuerzas. Al edificar el socialismo con nuestros propios recursos, el Partido y el pueblo han tenido que enfrentar pruebas y dificultades inauditas, pero se han situado en el cenit de la gloria, privilegio que la nación jamás pudo disfrutar en varios milenios de su historia. Si hubiéramos renunciado el principio de apoyarnos en las propias fuerzas, sin poder resistir a la presión de las fuerzas extranjeras, no habría nacido en este planeta el socialismo del Juche y el nombre de nuestra República habría perdido su brillo con el desmoronamiento del campo socialista en el mundo. El espíritu de apoyo en las propias fuerzas hizo que Chollima alzara el vuelo sobre las cenizas y dio lugar a un acontecimiento de trascendencia nacional, el nacimiento de un Estado que fabrica y lanza satélites artificiales y posee armas nucleares.
   A los trabajadores ideológicos les compete intensificar entre los funcionarios y trabajadores la educación en la historia de construcción de nuestro socialismo e inculcarles la idea de que el apoyo en las propias fuerzas es el camino que conduce a un Estado poderoso y próspero.
   El apoyo en las propias fuerzas es el espíritu del autoabastecimiento nacional y de la introducción de la tecnología de punta que nos permite adelantarnos a otras naciones recurriendo a nuestras fuerzas, recursos y técnicas. Se le dará curso a ese espíritu con que fabricamos tractores y locomotoras eléctricas con las manos vacías y exploramos el cosmos con nuestras fuerzas y técnicas. Se requiere una ofensiva de propaganda y agitación para que todos, conscientes de que les incumbe la tarea de introducir los últimos adelantos científicos en sus puestos y centros laborales, se esfuercen para convertir todo lo que tiene nuestra patria en riquezas socialistas que no existen en otras partes del mundo. Deben apoyar ideológicamente el empeño de abortar el intento de los imperialistas de monopolizar la tecnología de punta y hacer nuestros los últimos logros científicos y técnicos.
   Es importante estimular a los científicos y los técnicos para que defiendan fidedignamente su posición revolucionaria en esta gran marcha caracterizada por el apoyo en las propias fuerzas, cuya locomotora son las ciencias y la técnica. Los trabajadores ideológicos deben poner su parte en la campaña encaminada a conceder importancia a las ciencias y la tecnología en toda la sociedad y convertir a todos sus miembros en científicos y técnicos talentosos.
   Es recomendable lanzar una ofensiva propagandística destinada a derrotar en lo ideológico y espiritual a la reacción imperialista empeñada en suprimir el socialismo a toda costa.
   Últimamente, los imperialistas, al tiempo que persisten en sus maniobras de la sanción y hostigamiento contra nuestra República, se dedican con frenesí a la propaganda tendenciosa que tergiversa completamente la realidad y no dejan de introducir en nuestro territorio su corrupta y reaccionaria ideología y cultura con el objetivo de difundirlas entre nuestros militares, jóvenes y niños. Esa ideología y cultura, que en un pasado fueron vehículos de la agresión, hoy en día desempeñan el papel protagónico en ella.
   La defensa del socialismo debe ser exteriormente una ofensiva para reprimir en lo político e ideológico el intento de los imperialistas de detener nuestro avance e interiormente un ataque dirigido a barrer con la idea y cultura revolucionarias los elementos no socialistas y las corruptas ideología y cultura.
   A los trabajadores ideológicos les incumbe divulgar ampliamente la justeza de nuestra ideología y causa, así como desalentar al enemigo mediante una campaña de prensa y de difusión de alto nivel que revele la vulnerabilidad y la vileza del imperialismo. Les compete fabricar más misiles ideológicos que le propinan al enemigo demoledores golpes y le infunden a nuestro Ejército y pueblo la inquebrantable fe en la victoria.
   Urge tender doble y triple el mosquitero para que el veneno capitalista que con tanta tenacidad pretende inyectarnos el enemigo no trascienda a nuestro ámbito y, al mismo tiempo, tomar la iniciativa para que hagan aguas las maniobras imperialistas de la penetración ideológica y cultural.
   El pueblo trabajador rechaza por naturaleza la ideología y la cultura burguesas que predican la omnipotencia de oro y la ley de la selva. Es necesario crear y difundir más obras literarias y artísticas, trabajos periodísticos y multimedia de nuestro estilo y contenidos sanos y revolucionarios que reflejen el hermoso sueño e ideal de las masas populares y donde se perciban con intensidad los gustos de la nación, de modo que el mismo pueblo le dé la espalda a la ideología y la cultura burguesas. Frente a la amplia difusión de la ideología y cultura reaccionarias del imperialismo mediante el aprovechamiento para sus intereses de los últimos logros científicos y técnicos de la humanidad, es aconsejable adoptar medidas drásticas para hacer del Internet un espacio destinado a difundir nuestra ideología y cultura.
   El sector ideológico y las entidades afines trazarán un proyecto minucioso a favor de la modernización e informatización de los medios de propaganda interior y exterior y lo impulsarán con tesón.
   Es preciso lanzar una ofensiva de la labor ideológica del Partido.
   La estrategia y las tácticas de nuestro Partido en este trabajo consisten en llevar a cabo una intensa batalla ideológica con una actitud de ataque para que todo el país bulla como un crisol con su gran auge revolucionario.
   La base ideológica del Partido debe constituirse para el ataque y no para la defensa.
   Urge desarrollar con brío la educación ideológica encaminada a identificar toda la sociedad con la idea roja del Partido del Trabajo, realizar como en las trincheras la campaña política dirigida a activar el potencial espiritual de todos los militares y civiles y arreciar con agresividad la lucha para acabar con todas las malas ideas y demonios.
   Para realizar como una ofensiva la labor ideológica, es preciso erradicar primero el derrotismo que surge entre los trabajadores ideológicos.
   Las víctimas del derrotismo no pueden dar por sí solas un paso de avance aunque las sitúen a la cabeza de la ofensiva ideológica.
   El espíritu de la “bomba Yongil”, procedente de los bosques del monte Paektu, y el de la resistencia a muerte, procedente de Xiaowangquing y Chechangzi, no fueron creados en los días ordinarios. Cuando nacieron la leyenda de Chollima, el milagro de la batalla de velocidad, el espíritu revolucionario de los militares y el de Kanggye, la situación no fue más favorable que la de hoy.
   Compañeros:
   El derrotismo es más peligroso en el trabajo ideológico que en la labor económica. La actual ofensiva ideológica debe comenzar con la supresión de esa tendencia entre los trabajadores ideológicos.
   Estos compañeros que trabajan en la patria de la idea Juche no esperarán el milagro sentados en la butaca sino serán hombres de acción y creadores abnegados que se compenetran con las masas concienzudamente y con la ideología como arma y que con ellas hallan la solución de los problemas.
   Los puestos de la defensa de la patria, las fábricas, los campos y otros lugares que les pertenecen a ustedes son testigos del destacado y ejemplar arte de dirección de nuestras eminentes figuras políticas que en las sencillas opiniones del pueblo encontraban la receta mágica para convertir la desventaja en ventaja y la situación adversa en la favorable.
   Al trabajar con el manual de la historia de orientación de la revolución por el gran Líder y el gran General, no tendrán ningún obstáculo ni rompecabezas, y la labor ideológica del Partido en sí servirá para atizar los saltos.
   Para realizar exitosamente la ofensiva ideológica revolucionaria deben abrir el fuego del cañón ideológico para que haga disparos intensivos, sucesivos y precisos.
   Ante todo, urge desarrollar la labor ideológica con movilidad e intensidad, movilizando al máximo los medios y otros recursos de propaganda y agitación que tienen ya preparados.
   Si el Partido presenta una nueva línea y política, las redes de educación, conferencia y agitación y los medios de publicación y de prensa se movilizarán con rapidez para darlas a conocer a todas las personas, desde los funcionarios a nivel central hasta los campesinos en recónditos lugares montañosos. Los contenidos, las formas, los medios y los métodos de la labor ideológica obedecerán estrictamente al cumplimiento de las tareas revolucionarias. Concentrarán en las obras priorizadas por el Partido los medios y recursos de propaganda y agitación para enardecer la pasión encaminada a dar nuevos saltos de avance.
   La labor ideológica debe coadyuvar además a que la voz del Partido se propague sin ninguna interrupción y la lucha ideológica siempre se mantenga en auge, de suerte que ninguna mala idea o demonio se albergue en nuestro seno.
   Dicho metafóricamente, cumple la función similar a la de la máquina que impide la acumulación de nieve en la pista del aeropuerto. No debemos realizarla con una pasión momentánea o de ceremonia sino de forma habitual y a cualquier hora y en cualquier lugar, para que las personas se alimenten con las ideologías del Partido tal como aspiran el aire. La lucha ideológica para eliminar extrañas corrientes ideológicas y modos de vida se debe llevar a cabo con intensidad y sin tregua. En este aspecto se guardará estrictamente de los clichés y la repetición de una misma fórmula.
   Es importante definir correctamente el blanco de la batalla ideológica teniendo en cuenta el nivel de preparación, las características y la inclinación ideológica de las personas y aplicar medios y medidas adecuadas.
   Ya hace muchos años el gran Líder Kim Il Sung señaló que la labor con la gente debe variar para cada caso, como la madre utiliza diferentes métodos de educación para el hijo mayor y para el menor. Un trabajador ideológico que labore en un centro con diez mil empleados, debe saber lo que piensa cada uno de ellos y tener diez mil recetas.
   El camino de nuestra revolución no es llano y todos sus sectores necesitan a auténticos y preparados funcionarios de la labor ideológica que guardan el firme espíritu revolucionario en lo hondo del corazón.
   En realidad son enormes las fuerzas de los funcionarios de la labor ideológica del Partido, incluyendo los propagandistas de base que trabajan en redes de educación, conferencias y agitación. Si ellos que superan decenas de miles se preparan perfectamente, pueden formar potentes destacamentos selectos y para ellos no habrá nada que temer ni tarea irrealizable.
   El gran General Kim Jong Il dijo que una película o un artículo hace las veces de miles de toneladas de alimentos o decenas de miles de proyectiles de cañón. Por eso entre los combatientes revolucionarios apreció y amó más a los que se dedican a las actividades ideológicas, los condujo paso a paso y les dio gran estímulo.
   Es muy importante la responsabilidad que ellos asumen.
   Cada uno de ellos debe tener una firme idea y convicción y causarle al enemigo mayor miedo que una división o un cuerpo de ejército.
   Nuestro Partido desea que los funcionarios de propaganda, pese a su aspecto sencillo y común, tengan siempre un corazón que late con el propósito del Partido y un cuerpo que arde con la pasión por la revolución y la lucha. Los funcionarios de la labor ideológica deben ser verdaderos revolucionarios que no renuncian los principios del Partido pese a la amenaza de cortarles la cabeza con el cuchillo. Deben habituarse a caminar decenas de kilómetros en una noche para transmitir a tiempo el propósito del Partido, trasnochar estudiando la política del Partido y adquirir conocimientos y técnicas con gran pasión.
   Por su misión de abrir el corazón de las personas, para ellos resulta de vital importancia tener un alto concepto del pueblo.
   A los propagandistas de nuestro Partido les corresponde aprender del pueblo antes que enseñarle y ser sus auténticos hijos que saben apreciar altamente sus méritos. Cuando se reúnen con las masas deben pensar primero que tienen ante sí al gran pueblo que nuestro Líder y General respetaron considerándolo como cielo y maestro.
   Del amor al trabajo nace el afecto y el respeto del pueblo laborioso. Los funcionarios deben sentir dignidad y orgullo al ensuciarse las manos con la grasa y embadurnar con barro los zapatos mientras se mezclan con la gente.
   Nuestro gran Líder y General no hicieron nada para sus intereses personales, aunque realizaron muchísimas proezas para el bien del pueblo.
   Los funcionarios del sector ideológico deben considerar el pensamiento y la confianza del Partido como acervo de toda la vida, poner a más personas al tanto de la política del Partido y sentir el orgullo de la vida ayudando a realizar innovaciones colectivas en su entidad. Los verdaderos funcionarios de la labor ideológica son aquellos que sienten un nudo en la garganta y el mayor aprecio viendo a las personas deseosas de escuchar la voz del Partido y apoyar de manera incondicional sus orientaciones políticas.
   Si en todos lugares donde estén se oyen la voz del Partido, las canciones revolucionarias y las vivas al Partido del Trabajo y al socialismo, esto será un gran estímulo para nuestro Partido.
   Todo el Partido se dedicará a la propaganda y agitación y todos los funcionarios realizarán la labor política.
   Tanto los funcionarios del Partido, la administración y la economía, como los de base dedicarán esfuerzos a activar el potencial espiritual de las masas considerándolo como la llave maestra. En particular, los secretarios jefe del Partido en provincias, ciudades y distritos y los dirigentes del Partido en todos los sectores y unidades efectuarán con dedicación y seriedad la labor ideológica bajo su propia responsabilidad.
   Debemos lograr que en todo el país reine el ímpetu con que en la década de 1970, todos los funcionarios, en apoyo a la dirección del Partido, iban con mochilas a la espalda a las unidades subordinadas como los guerrilleros antijaponeses habían hecho, para movilizar a las masas aplicando el espíritu y el método Chongsanri y levantar las llamas de la innovación.
   Compañeros:
   Tenemos por delante ambiciosas tareas revolucionarias y la situación sigue recrudeciendo. Sin embargo, debemos lograr saltos para anticipar el porvenir y avanzar siempre en medio de la lucha.
   Ustedes, al término de esta conferencia, irán a las masas militares y civiles para informarles del proyecto del Partido y con una nueva decisión se presentarán en la línea de partida para una ofensiva ideológica.
   Insisto en que la fuerza espiritual de las masas se exhibe en la misma medida en que se desarrolla el frente ideológico y la revolución avanza según la movilización de todo el Ejército y pueblo.
   Estoy firmemente convencido de que todos ustedes aquí presentes y los demás funcionarios de igual misión sean activistas políticos tipo Kim Il Sung y Kim Jong Il, colmen de entusiasmo a todo el país y armen a todo el Ejército con la conciencia revolucionaria, para así anticipar la victoria definitiva.