Los hijos de los mártires revolucionarios deben
ser fidedignos pilares de la revolución de
Songun, firmes sucesores de la estirpev
de Mangyongdae y del Paektuv


Mensaje para los maestros, trabajadores y estudiantes de las
Escuelas Revolucionarias de Mangyongdae y Kang Ban Sok,
en ocasión de su 65 aniversario


12 de octubre de 2012


KIM JONG UN

    Hoy celebramos con gran significación el aniversario 65 de la fundación de las Escuelas Revolucionarias de Mangyongdae y Kang Ban Sok.
    Extiendo mis calurosas felicitaciones a todo el personal docente, estudiantado y graduados de dichos centros docentes con motivo de tal efemérides que celebran con la bendición de todo el ejército y pueblo del país en este primer año de la nueva centuria de Juche de la Corea de Kim Il Sung y Kim Jong Il.
    Estamos hablando de planteles revolucionarios de Kim Il Sung y Kim Jong Il, cuyo origen y desarrollo se deben a las grandes figuras del monte Paektu, así como de canteras de la flor y nata de la revolución de Songun.
    El gran Generalísimo Kim Il Sung, con todas sus ocupaciones encaminadas a levantar una nueva Corea en la patria recién liberada, propuso crear una escuela revolucionaria en Mangyongdae, lugar histórico, para hijos e hijas de los combatientes caídos en el camino de la revolución.
    Tal gran determinación en aquellos días difíciles que le siguieron a la liberación –si bien la mochila vacía era el único saldo de su lucha en el Paektu–, la puede tomar solamente un líder dotado de noble sentido de deber revolucionario y sublime amor a la posteridad.
    Nuestro ejército y pueblo no pueden olvidar jamás las leyendas de amor y solicitud dispensados por el Líder paternal a los descendientes de los revolucionarios desde aquel día en que hizo encontrar a toda costa a cada uno de ellos que deambulaban abandonados cual hojarasca para asentarlos en un benévolo cimiento de vida que es la escuela revolucionaria, hasta los últimos momentos de su grandiosa existencia.
    La Heroína Antijaponesa Kim Jong Suk fue la madre afectuosa que atendió a aquellos niños con todo cariño, la gran maestra que los condujo paso a paso para que crecieran como sucesores de la revolución. El inenarrable sacrificio de la combatiente para formarlos como dignos revolucionarios que consideraran como razón de ser la lealtad al gran Líder, está reflejado tanto en la medida de erigir su primera estatua en la Escuela Revolucionaria de Mangyongdae como en el uniforme que llevan puestos los alumnos de tal centro docente.
    Cuando convivía a su temprana edad con los estudiantes de la Escuela Revolucionaria de Mangyongdae, el gran Generalísimo Kim Jong Il inculcó en ellos la fe en la confianza y apoyo exclusivamente al Líder, y posteriormente no vaciló en invertir colosales fondos a las Escuelas Revolucionarias para acondicionarlas como canteras de núcleos de la revolución y como moradas confortables de los educandos. Su amor está impregnado en todos los elementos que conforman los planteles: los modernos equipos de enseñanza, raros y valiosos especimenes biológicos, cómodas camas y hasta comidas abundantes. Gracias a su benevolencia, durante el duro período de la “Marcha Penosa” la electricidad fue suministrada ininterrumpidamente a las Escuelas Revolucionarias y sus alumnos pudieron aprender y divertirse a plenitud, sin envidiar nada a nadie en el mundo, y crecer lozanamente como protagonistas de la revolución que se encargarían del futuro de la patria.
    Por contar con la atinada dirección y esmerada atención de las grandes figuras del monte Paektu, los mencionados planteles han formado en los 65 años de su historia a numerosos hombres que desempeñarían el papel protagónico y decisivo en la sagrada causa de la defensa y la prosperidad de la nación.
    En este momento en que conmemoramos su 65 aniversario, rindo mi más sincero respeto a las grandes figuras del Paektu, quienes los fundaron durante el arduo inicio de la construcción del país y acogieron en su benévolo regazo a los hijos de los mártires revolucionarios a lo largo de más de medio siglo para prepararlos como dignos trabajadores del país y darle firme continuidad a la vida y el linaje de la revolución de Songun.
    Muy importante responsabilidad y misión asumen las dos escuelas como matrices de la formación de núcleos de la revolución de Songun para hacer realidad el anhelo de toda la vida de los grandes Generalísimos de construir en la patria reunificada la próspera potencia Paektusan.
    Ahora que la causa revolucionaria de Juche ha entrado en una fase de nuevos e históricos cambios, su tarea fundamental consiste en preparar a todos los alumnos como pilares y núcleos de la revolución de Songun que continúen invariablemente la estirpe de Mangyongdae y del Paektu.
    La formación de semillas íntegras en el centro genético contribuye a una abundante cosecha otoñal. De igual forma, si los dos planteles forman a numerosos hombres núcleos, bien maduros y sustanciales como balas, aportarán a la consolidación del Ejército Popular, fidedigna vanguardia e inconmovible punto de apoyo de la revolución de Songun, a la prosperidad y fortalecimiento de la nación.
    Les corresponde perpetuar las hazañas de la orientación sobre los mismos de los grandes Generalísimos e ir perfeccionando decididamente la labor docente y educativa de conformidad con el propósito del Partido y la exigencia de la revolución en desarrollo, a fin de preparar a los estudiantes como fidedignos núcleos que sigan dándole vida a la revolución y continuidad a su estirpe, como abanderados que, hombro con hombro y del brazo con el Comandante Supremo, abran el arremetedero en la marcha general hacia la victoria final.
    Ante todo, deben intensificar su formación ideológica.
    Uno no se hace revolucionario por sí solo, porque lo fue su padre. Como enseñaron los grandes Generalísimos, la sangre se hereda, pero no la ideología.
    Solamente la ininterrumpida educación ideológica y lucha práctica hacen de la ideología revolucionaria fe y guía de lucha.
    Los años en la Escuela Revolucionaria constituyen un período muy importante en que se estructura la cosmovisión, lo cual exige priorizar las asignaturas ideológicas y políticas, intensificando más la educación ideológica.
    Es necesario orientar a los alumnos a que consideren como primera razón de su existencia la lealtad hacia el Partido y el Líder, obligación moral y deber que tienen que asumir necesariamente como descendientes de los revolucionarios. En las Escuelas Revolucionarias los educarán constantemente para que lleven adelante la revolución, sucediéndoles a sus padres. De tal forma todos ellos depositarán absoluta confianza en el Partido y el Líder, preservarán por todos los medios su elevado prestigio y los defenderán a riesgo de la vida.
    Precisa inculcar en ellos la tradición de lealtad y el espíritu de defender a ultranza al Líder, una de las más importantes cualidades ideo-espirituales que deben poseer como hijos de los revolucionarios.
    Nuestra revolución, que ha avanzado victoriosamente superando disímiles pruebas, registra en sus anales el mérito de la compañía de guardia del Líder en la Guerra de Liberación de la Patria, constituida por estudiantes de la Escuela Revolucionaria de Mangyongdae y heredera de la tradición establecida por una unidad similar durante la Lucha Revolucionaria Antijaponesa.
    En las Escuelas Revolucionarias de Mangyongdae y Kang Ban Sok educarán eficientemente a los alumnos para que aprendan de los mártires revolucionarios el sublime ejemplo de la defensa al Líder y, siempre conscientes de que son los centinelas más cercanos de la Comandancia Suprema, no importa qué trabajen en qué puesto, enarbolen las banderas que llevan las imágenes de los grandes camaradas Kim Il Sung y Kim Jong Il con su radiante sonrisa en el rostro y protejan a riesgo de la vida el Palacio del Sol Kumsusan y el CC del Partido como dignos defensores en la era de Songun.
    Es indispensable activar más la educación con los materiales históricos de la revolución. La lealtad se pone de manifiesto, más que por la retórica, en el curso de la profunda asimilación de la sempiterna historia revolucionaria que engloba la grandeza del Partido y el Líder. En las escuelas intensificarán más la educación en los méritos realizados por los tres Generales del Paektu en su orientación sobre las mismas, de manera que los estudiantes conozcan mejor de su grandeza y sean fidedignos herederos de la revolución.
    Hace falta educarlos para que posean la más firme fe en la revolución y sean más fieles a su deber moral. La revolución se hace con fe y deber y estos honran la vida del revolucionario. Son rasgos más nobles que el revolucionario debe conservar a costa de la vida. En las Escuelas Revolucionarias recurrirán a diversas formas y métodos en la educación en la confianza y el deber moral, con arreglo a la edad y característica psicológica de los escolares, de modo que todos ellos posean firme confianza y acaten fielmente su deber moral, confiando exclusiva e incondicionalmente al Partido y el Líder que los atienden, sin abandonar jamás la bandera roja de la revolución, la del glorioso Partido, aunque tengan que morir.
    El patriotismo de Kim Jong Il es precioso alimento ideo-espiritual del que nuestro Partido y pueblo deben nutrirse de generación en generación y la más poderosa fuerza motriz para el fortalecimiento y la prosperidad de la Corea del Juche. En las Escuelas Revolucionarias darán una enseñanza sustancial del patriotismo de Kim Jong Il en vistas a su propia realidad, para que los estudiantes sepan apreciar a la tierna edad cada uno de los árboles y cultivarlos con devoción, y se preparen como auténticos patriotas de la era de Songun que aman sin límites a la patria socialista y el pueblo y se consagren por entero para su fortalecimiento, prosperidad y bienestar.
    El colectivismo deviene uno de los distintivos ideo-espirituales más importantes que caracterizan al revolucionario, mientras que la moral socialista es una cualidad indispensable para los integrantes de la sociedad socialista del Juche. Las Escuelas Revolucionarias de Mangyongdae y Kang Ban Sok pondrán gran empeño en la educación en el colectivismo y la moral para formar a todos los estudiantes como revolucionarios de verdad, hombres de conciencia, que sitúen por encima de él a la organización y el colectivo, se sacrifiquen por ellos y personifiquen de la bella ética moral de la era de Songun.
    Se esforzarán para formarlos como revolucionarios poseedores de ricos conocimientos científicos y técnicos.
    Vivimos la época en que las ciencias y la tecnología constituyen medios del desarrollo y de la vida, una era de la competencia intelectual. Si los alumnos, por muy bien preparados que estén en lo ideo-espiritual, no poseen profundos conocimientos científicos y técnicos, no podrán asumir la responsabilidad y papel como miembros de mando en los honrosos puestos que el Partido les haya asignado.
    El gran General Kim Jong Il implantó en ambas Escuelas el sistema de formación de talentos, el de la educación basada en la tecnología, y creó todas las condiciones apropiadas para formar a los revolucionarios dotados de profundos conocimientos científicos y técnicos. Deseaba que entre sus graduados unos fueran comandantes del Ejército Popular con gran habilidad de elaborar las operaciones y dirigir combates de la guerra moderna en que se aplican los últimos logros científicos y técnicos y otros asombraran al mundo como inventores de la ciencia militar.
    Deben reforzar la enseñanza de matemática y de otras ciencias básicas.
    Se trata de una labor muy importante encaminada a dar a los alumnos amplios conocimientos sobre la naturaleza y la sociedad y echarles un sólido cimiento para el aprendizaje de la más avanzada ciencia y tecnología en las especialidades respectivas.
    La enseñanza de las ciencias básicas debe enfocarse a la dotación de la capacidad intelectual que permita vincular las distintas leyes y principios que rigen la existencia de los objetos y los fenómenos naturales y descubrir y estudiar lo nuevo aplicando en la práctica los conocimientos adquiridos.
    Es recomendable que presten especial atención a la enseñanza de la computadora, un imperativo de la actualidad en que su uso se va profundizando a un ritmo acelerado en todos los dominios de la vida social como el político, militar y económico. Su hábil manejo y utilización constituyen un requisito tanto para trazar operaciones y dirigir combates modernos como para desempeñar el papel protagónico en diversos sectores de la sociedad. En las Escuelas Revolucionarias aumentarán la proporción de la asignatura de práctica de computación, para que todos los estudiantes sepan manejar con habilidad el ordenador y aplicar los programas.
    Hay que concentrar la fuerza en la enseñanza de lenguas extranjeras, de modo que los escolares dominen más de una de ellas y se expresen libremente en el diálogo.
    Con el fin de preparar al alumnado de la Escuela Revolucionaria Kang Ban Sok como reserva de cuadros femeninos que, una vez licenciadas del servicio militar, puedan cumplir su papel en los distintos puestos sociales que les confíe el Partido, el gran General Kim Jong Il tomó la generosa medida de establecer en ella el sistema de enseñanza de la ciencia económica. Para no faltar a esta confianza, la Escuela elevará la calidad en la docencia de dicha asignatura y preparará a todas las estudiantes como revolucionarias de la época de Songun e hijas fieles al Partido que puedan jugar satisfactoriamente el rol principal en la construcción de la potencia Paektusan.
    Las Escuelas Revolucionaras de Mangyongdae y Kang Ban Sok, fieles a su misión como centros de formación de cuadros de reserva del Ejército Popular, pondrán gran empeño en la enseñanza de conocimientos militares básicos.
    Los del primer plantel continuarán sus estudios en la Academia General Militar Kim Il Sung y otros centros docentes militares y constituirán el núcleo de los ejércitos y armas, por lo que es menester enseñarles sistemáticamente los conocimientos militares básicos como la estructura general y el principio de funcionamiento de armamentos como aviones, tanques y buques.
    En el segundo plantel pondrán énfasis en las asignaturas y entrenamientos militares, principalmente en el mando y administración de unidades y otros conocimientos militares prácticos para de tal forma preparar a las oficiales de reserva fogueadas, competentes y con el temperamento militar.
    También es preciso fomentar el cultivo artístico y el deporte en ambos centros docentes.
    Quien posee ricos sentimientos y cultura y practica el deporte será en un futuro un competente funcionario capaz de movilizar activamente a las masas, en armonía con ellas, a la materialización de la política del Partido, o sea, un miembro de mando de la época de Songun que disfrute del respeto y confianza de la población.
    Las Escuelas Revolucionarias orientarán a sus estudiantes a adquirir muchos conocimientos de diversos campos como la historia, geografía y literatura, aprender a tocar más de un instrumento musical y practicar activamente los deportes, para que se descuellen en distintos dominios.
    Es preciso perfeccionar constantemente el método de la docencia, junto con su contenido.
    Al hacerlo conforme a la realidad en desarrollo se puede elevar la calidad de la enseñanza escolar y formar a cuadros competentes como exige el Partido.
    Las mencionadas Escuelas Revolucionarias deben ser vanguardias en la tarea de materializar la orientación del Partido de producir en la nueva centuria una revolución en el sector educacional, rompiendo viejos métodos didácticos y esquemas convencionales que tienen un profundo arraigo y creando una original metodología que se ajuste a la realidad del país. Acabarán resueltamente con forzosos métodos docentes, incluyendo el dictado y la memorización, e introducirán cabalmente el inductivo, cuya superioridad se ha comprobado en la práctica. Deben desarrollar al máximo el intelecto de los estudiantes priorizando la enseñanza de principios, combinando las explicaciones gráficas con la muestra de objetos reales, y promoviendo preguntas y respuestas, seminarios y debates. De acuerdo con la demanda de la realidad en desarrollo, estudiarán incesantemente e introducirán de modo activo los nuevos métodos que coadyuven a aumentar la capacidad intelectual y de práctica de los escolares.
    Acelerar la informatización y modernización de la enseñanza es una de las vías fundamentales para elevar la calidad de la docencia.
    A ambas Escuelas Revolucionarias les corresponde acondicionar mejor las salas de estudio de asignaturas y áreas de ejercicios militares en atención a la demanda de la época, el objetivo de la enseñanza y la edad de los escolares, así como procurar que la base material y técnica de la docencia dé resultados reales y deseados.
    La reforma radical de la labor docente en las dos Escuelas requiere elevar la responsabilidad y papel de su personal.
    Con el singular orgullo que les produce la formación de los hijos e hijas del Comandante Supremo y futuros pilares de la Corea de Songun, deben consagrarse por entero al cumplimiento de sus tareas revolucionarias. Se considerarán como abonos que contribuyen a dar frutos íntegros e intachables por dondequiera que se les mire, en los fértiles suelos llamados Escuelas Revolucionarias de Mangyongdae y Kang Ban Sok.
    Los maestros son encargados directos de la enseñanza y deben dedicar todo su talento y energía a la docencia, su principal tarea revolucionaria.
    Elaborarán el plan de enseñanza, asegurándose del carácter político-ideológico, cientificidad y efectividad de su contenido, y concederán profunda atención a conducir las clases de distintas formas como la conferencia, estudio extraescolar y seminario, ateniéndose al nivel de los alumnos y a las características psicológicas correspondientes a su edad. En cada conferencia o repaso, tratarán de comunicarse con los discípulos con palabras comprensibles, en relación con la vida, conforme a su psicología.
    Es necesario intensificar en las Escuelas Revolucionarias el trabajo administrativo, elaborar el programa de enseñanza según exige la política del Partido, sobre la base de la Tesis sobre la Educación Socialista y en conformidad a la tendencia de las ciencias y tecnología y a nuestra realidad, y ejecutarlo al pie de la letra.
    Inculcarles a los maestros el espíritu revolucionario y elevar sus capacidades constituyen requisitos primordiales para optimizar la labor docente y educativa y formar a sus discípulos como revolucionarios fervorosos y competentes. Antes de formarlos como revolucionarios de tipo Juche que siguen fielmente al Partido y el Líder manteniendo la convicción y obligación moral revolucionarias, los mismos maestros deben armarse con la conciencia revolucionaria y ser revolucionarios auténticos, moralmente impecables.
    Los de las Escuelas Revolucionarias deben estar más preparados como revolucionarios y políticos que los de otras instituciones educacionales. Tienen que ser ejemplos de todos los pedagogos del país al acelerar su formación como revolucionarios a través de la vida orgánica, el estudio y las actividades prácticas.
    Todos ellos no solo dominarán sus especialidades sino también aprenderán más conocimientos de las ciencias y tecnología de punta y poseerán alta capacidad de su aplicación en la docencia conforme al nivel de los alumnos, hasta el punto de adquirir calificativos como “maestros sabios” y “doctores eruditos” que sepan aclarar en detalle todas las dudas. Con miras a elevar sin cesar el nivel científico y profesional, han de estudiar y estudiar sin perder el tiempo.
    En las Escuelas Revolucionarias se debe reinar el estilo de vida de los guerrilleros antijaponeses cuando luchaban en las selvas del Paektu. Aprendiéndolo, cambiarán la fisonomía de los planteles y establecerán una férrea disciplina militar.
    En ellos no mimarán a los alumnos sino les exigirán forjar el cuerpo y alma realizando las actividades determinadas por el horario, de modo que adquieran el temperamento militar a la temprana edad.
    Atender bien a los alumnos de las Escuelas Revolucionarias, a los que tanto amaba el Generalísimo Kim Jong Il, es la primera tarea y noble deber de sus maestros y trabajadores.
    Estos los cuidarán como si fueran sus propios padres, con tal de que consideren la escuela como su querida casa natal, como su acogedor hogar. Deben ser padres para ellos, antes que instructores.
    Los amarán como si fuesen de su propia sangre, para que no se sientan tristes en ningún momento, siempre atenderán su vida para que no sufran la mínima incomodidad, logrando que se mantengan alegres y saludables a toda hora, sin echar de menos a la casa. Precisa un esfuerzo sobrehumano para variar sus actividades diarias y servirles comidas de su agrado, si se tiene en cuenta que viven apartados de la familia.
    Los cuadros, maestros y trabajadores de las Escuelas tratarán de que el amor y la solicitud del Partido lleguen puntual y exactamente a los estudiantes. Solo quien para esto se devane los sesos y camina y camina aunque se le desgaste la suela de los calzados, tiene derecho a laborar en referidos centros docentes.
    Imbuidos de la sublime misión y gran responsabilidad de ser encargados de los hijos del Comandante Supremo, deben atenderlos con el mismo esmero con que yo los trataría, de modo que ellos canten felices y de todo corazón que nuestra casa es el regazo del Partido, que todos somos hermanos carnales y que no envidiamos nada a nadie en el mundo.
    Los alumnos de las Escuelas Revolucionarias de Mangyongdae y Kang Ban Sok son hijos del Partido del Trabajo de Corea y los míos.
    Siempre conscientes de la confianza y el beneficio de los grandes Generalísimos, incomparables con la inmensidad del cielo ni con la profundidad del mar, deben realizar ingentes esfuerzos para prepararse como pilares que sostienen firmemente a la Corea de Songun.
    Si uno no tiene buena preparación ideo-política ni posee ricos conocimientos –no importa que en su pecho cuelgue la insignia del graduado de la Escuela Revolucionaria–, no puede ser un miembro de mando de la revolución tal y como desea el Partido. Los estudiantes de tal centro docente han de participar voluntaria y honestamente en la vida orgánica y las actividades diarias para aprender el elevado espíritu revolucionario y organizativo, la gran combatividad y disciplina, así como dar ejemplos en las actividades deportivas y artísticas y en su conducta.
    Bajo la consigna ¡Aprendamos para Corea!, lanzada por el Generalísimo Kim Jong Il cuando estudiaba en la Escuela Revolucionaria de Mangyongdae, tienen que aprender con aplicación aprovechando al máximo el tiempo, para formarse como talentos de la revolución que desempeñarán un papel importante en la tarea de hacer realidad los sueños de los grandes Generalísimos.
    Todo el Partido, Estado y Ejército deben ayudar activamente a las Escuelas Revolucionarias de Mangyongdae y Kang Ban Sok.
    Los altos cuadros del Partido, Estado y Ejército serán los primeros en frecuentarlas para resolver con responsabilidad los problemas pendientes. Se podría afirmar que quien tiene poco interés en tales labores no se preocupa por el futuro de la revolución.
    Es preciso que el Estado se ocupe de la remodelación de los citados centros docentes hasta convertirlos en modelos de todo el país. No hay nada que escatimar para sus alumnos, valiosos tesoros de nuestra revolución a quienes las grandes figuras del Paektu apreciaron y amaron como a nadie, y compañeros de armas del Comandante Supremo que compartirán conmigo el riesgo de la muerte en el proceso de la revolución de Songun. Debemos proveerlos de todos los equipos modernos con fines docentes como computadoras, televisoras, pizarras electrónicas y vídeos, así como enviarles con prioridad materiales didácticos y útiles escolares. Nos atañe lograr que sus condiciones y ambiente para el estudio sean de nivel mundial, al habilitar bien sus instalaciones y resolver a tiempo los problemas referentes a su funcionamiento. Nos compete satisfacer la demanda de los alumnos por una vida culta y sentimental, facilitándoles aparatos deportivos e instrumentos musicales.
    Es necesario prestar debida atención a la efectividad del mecanismo de abastecimiento establecido por el General paternal y elevar la responsabilidad de las unidades que asumen la tarea de suministrar las provisiones para las Escuelas Revolucionarias.
    Un gran talento se forma solamente por un maestro preparado ideo-política y profesionalmente. El Estado adoptará la medida de enviar primero a las Escuelas Revolucionarias a los graduados sobresalientes de la Universidad Kim Il Sung y otros institutos supriores de alto nivel y prestigio.
    Elevar la función y el papel de las organizaciones del Partido en las Escuelas Revolucionarias es la garantía importante para renovar las labores de estas últimas.
    A las agrupaciones partidistas les corresponde priorizar y profundizar ininterrumpidamente en la afirmación del sistema de mando militar del Comandante Supremo, de modo que todos los profesores, trabajadores y alumnos respiren el mismo aire que el Partido y sean infinitamente fieles a su idea y dirección. Les compete innovar el trabajo político en estrecha relación con la labor docente y dirigir eficientemente la vida orgánica e ideológica del personal y el estudiantado.
    Muy grandes son la confianza y la esperanza que nuestro Partido cifra en los graduados de ambas Escuelas Revolucionarias.
    Como hijos de Mangyongdae y del monte Paektu, criados al amparo de los tres Generales del Paektu, deberán desempeñar el papel principal y de vanguardia en la causa para darle continuidad a la estirpe de Mangyongdae y del Paektu.
    En cualquier momento y lugar reconocerán únicamente al Partido y el Líder que los han formado como revolucionarios en su regazo, tendrán bien establecido el concepto revolucionario del líder, heredarán la noble tradición de defenderlo a muerte y serán guardias principales dispuestos a preservar en cualquier circunstancia y a toda costa la vida, las ideas y la política del Líder y del Partido.
    Es necesario que hagan gala de su total entrega y sacrificio a la materialización de los legados de los grandes Generalísimos y la política del Partido, y que sean infinitamente fieles al Partido y a la revolución, organizados y disciplinados en sumo grado, para acometer cualquier tarea según las indicaciones del Partido.
    Deben ser consecuentes en sus puestos y jugar el rol clave en el acatamiento de la orientación del Partido sobre la revolución mediante Songun.
    Todos los puestos que ocupan son, sin excepción alguna, de vital importancia para la revolución, asignados por el Partido, e imprescindibles para respaldar su idea y orientación.
    Deben realizar con responsabilidad y sinceridad cualquier tarea, dondequiera que estén, sin cuestionar el puesto o el cargo que ocupan, y alcanzar portentosos éxitos y proezas en las campañas a donde los llama el Partido, conduciendo a las masas a su frente. Sobre todo, los que cumplen el servicio militar en defensa a la patria completarán los preparativos de sus unidades y subunidades para el combate, teniendo siempre presente que como Comandante Supremo aprobé definitivamente el plan de operación que tiene como objetivo lograr la gran causa de la reunificación de la patria.
    A toda hora deben servirle con abnegación a la patria y al pueblo, compartiendo penas y alegrías con las masas, y llevar una vida sencilla y modesta sin permitirse ningún privilegio.
    Es importante que sigan cultivándose y forjándose por vía revolucionaria.
    Se trata de un proceso interminable, pues ningún revolucionario es perfecto. Sin este proceso, no pueden llevar una vida digna como herederos de la sangre y espíritu de los mártires revolucionarios, si bien ocupen puestos importantes una vez que se hayan graduado de un Instituto Superior.
    Deben profundizar más que nadie en el estudio de las obras de Kim Il Sung y Kim Jong Il y la política del Partido hasta hacer de ellas una fe inquebrantable, participar activamente en la vida orgánica y foguearse constantemente en la práctica revolucionaria.
    Prestarán especial atención a la educación de sus descendientes para que sean fidedignos sucesores de la revolución, sin olvidar que proceden de una familia revolucionaria.
    Las organizaciones partidistas a todos los niveles tienen el deber de ayudar y apoyar a los egresados de las Escuelas Revolucionarias para que, como hijos del Partido que han crecido bebiendo el agua de Mangyongdae, respirando su aire y asimilando su espíritu, sean paradigmas y protagonistas en todos los aspectos.
    Nuestro Partido velará y asumirá total responsabilidad de su destino, en acato al noble ideal de los grandes Generalísimos, sus eternos padres. Tienen un futuro luminoso por delante y la victoria final de la revolución de Songun es segura, pues sus leales sucesores se han asegurado de darle continuidad al linaje de Mangyongdae y del Paektu.
    Estoy firmemente convencido de que las Escuelas Revolucionarias de Mangyongdae y Kang Ban Sok formarán, conforme a la idea y propósito del Partido, a los hijos e hijas de Mangyongdae como confiables pilares del Partido, Estado y Ejército y que todos ellos se prepararán como combatientes de la avanzada en acato a la dirección del Partido mediante Songun.