Discurso en la parada militar por
el centenario de natalicio del
Presidente Kim Il Sung

15 de abril de 2012           

Kim Jong Un     


    Heroicos oficiales y soldados de las fuerzas terrestre, naval y aérea y de cohetes estratégicos del Ejército Popular de Corea y del Ejército de Seguridad Interior del Pueblo de Corea,
    Miembros de la Guardia Roja Obrero-Campesina y de la Guardia Roja Juvenil,
    Trabajadores de todo el país y ciudadanos de Pyongyang,
    Compatriotas en Corea del Sur y en el extranjero,
    Compañeros y amigos:
    Con el gran orgullo y dignidad nacionales, celebramos hoy solemnemente la parada militar en saludo al centenario del nacimiento del gran Líder, camarada Kim Il Sung.
    Este evento, sin precedentes en la historia de nuestras fuerzas armadas, deviene un gran festival de los triunfadores, fruto de la propia iniciativa del gran camarada Kim Jong Il y su noble propósito de eternizar las proezas realizadas por el gran camarada Kim Il Sung en la edificación del ejército y exhibir ante el mundo el aspecto de la potencia socialista.
    Aprovecho esta significativa ocasión para rendir, en reflejo del sentimiento de infinita veneración de todos los militares y civiles, el más sublime honor y la máxima gloria a Kim Il Sung y Kim Jong Il, fundadores y constructores de nuestras fuerzas armadas revolucionarias y banderas de todas las victorias.
    Un homenaje a los mártires de la revolución antijaponesa y del Ejército Popular quienes dieron su valiosa vida para la independencia y libertad de la patria y la emancipación del pueblo.
    Calurosas felicitaciones a todos los oficiales y soldados del Ejército Popular y del Ejército de Seguridad Interior del Pueblo, miembros de la Guardia Roja Obrero-Campesina y de la Guardia Roja Juvenil y a todo el pueblo quienes, al hacer gala de su heroísmo sin par en los distintos puestos militares de defensa y de su entrega total a la empresa de la construcción de un Estado poderoso y próspero, engalanaron las significativas fiestas de este año con resonantes éxitos en el fortalecimiento de la combatividad y el gran auge revolucionario.
    Saludos cordiales a los compatriotas en Corea del Sur y en el extranjero que se entregan en cuerpo y alma a la causa patriótica por la reunificación y la prosperidad de la nación. Gracias a amigos extranjeros que apoyan activamente la justa causa de nuestro pueblo.
    Compañeros:
    Los cien años de la historia de la gran nación de Kim Il Sung se han encargado de comprobar de modo fehaciente la irrefutable verdad de que un país y una nación que no tienen a un eminente líder no pueden gozar de la dignidad ni de la prosperidad.
    Hacía un siglo nuestra desgraciada y débil nación colonizada, a pesar de que se enorgullecía de su larga historia de cinco milenios y brillante cultura, tuvo que aceptar como destino inevitable servirles a las potencias y llevar una vida sin patria, todo a falta de una acertada orientación y una fuerza para defenderse a sí mismo.
    Empero, en los últimos cien años, la nación de Kim Il Sung, ha dicho un hasta aquí a su martirio plagado de vicisitudes y colocado la dignidad de la Patria y del pueblo en una altura que jamás ha conocido en toda su historia.
    Aunque ocupa la misma posición geopolítica que antes, el otrora país débil, pisoteado despiadadamente por las potencias que se competían para ocuparlo, se ha convertido hoy en una digna potencia político-militar y el pueblo coreano hace gala de su honor como nación soberana a la que nadie se atreve a agredir.
    Este prodigio en el destino de la nación no puede ser de ninguna manera una casualidad que nos regala el tiempo, sino algo que tiene que ocurrir inevitablemente en la historia, pues fue engendrado por Kim Il Sung y Kim Jong Il, precursores y orientadores de la revolución de Songun.
    Por contar con estas ilustres figuras de la historia de la humanidad que, al plantearse la prioridad de las armas como tarea primordial de la revolución, construyeron el ejército revolucionario más poderoso del mundo, nuestra patria y pueblo experimentaron un viraje radical de su destino y hoy celebramos por todo lo alto este gran festival consagrado a hacer gala ante el mundo del poderío de la Corea de Songun.
    Kim Il Sung, quien expuso tempranamente la gran verdad de que el fusil asegura la vida de la nación y el triunfo de la revolución, fundó hacía ochenta años en el bosque del Paektu el Ejército Revolucionario Popular de Corea, la primera fuerza armada tipo Juche integrada por los mejores hijos del pueblo coreano.
    Con este acontecimiento, la nación pudo tener por primera vez un auténtico ejército y dar inicio a una gloriosa historia en la que la revolución coreana avanza con el respaldo de las armas.
    Kim Il Sung, quien a lo largo de todas sus actividades revolucionarias concedió prioridad a intensificar las fuerzas armadas, realizó portentosas hazañas militares del siglo XX al derrotar en su generación a dos imperios más feroces, preparó al Ejército Popular como fuerzas capaces de vencer uno a cien enemigos e hizo realidad el armamento de todo el pueblo y la fortificación de todo el país, firmes garantías militares de la soberanía y la eterna prosperidad de la nación.
    Kim Jong Il, cuya misión de toda la vida era llevar a buen término la causa jucheana de la revolución de Songun emprendida por su predecesor, deparó una época de mayor esplendor para el desarrollo de nuestras fuerzas armadas revolucionarias, valiéndose de su extraordinaria clarividencia, destacado arte de mando y coraje sin par.
    En los tiempos más duros de la revolución, recurrió a la infalible política de Songun para transformar al Ejército en potentísimas fuerzas de combate, conducir hacia sucesivas victorias la inaudita lucha de defensa del socialismo y realizar la grandiosa e histórica hazaña de elevar la posición del país a la de una potencia militar.
    Bajo el mando de Kim Il Sung y Kim Jong Il, nuestras fuerzas armadas han venido demostrando sin reservas su evidente carácter revolucionario, temperamento combativo e potencial incomparable.
    En su glorioso trayecto de lucha, han llevado a cabo tanto los cruciales enfrentamientos contra los poderosos imperialistas como las colosales obras de construcción encaminadas a asentar el perpetuo cimiento de la patria próspera y poderosa.
    En ese curso fueron ilimitadamente fieles a su primerísima misión como auténtico ejército del Líder y del Partido, así como respondieron de modo excelente a la expectativa de la patria y el pueblo.
    Defender al líder a toda costa, sublime espíritu que habían mostrado los guerrilleros antijaponeses, sigue siendo el lema absoluto de nuestro ejército, la fuente básica de su fuerza espiritual y combativa y una inapreciable tradición que se hereda de generación en generación.
    La mayor de todas las hazañas acumuladas para la revolución por el Ejército Popular fue el haber sido el primero en salvaguardar resueltamente la estirpe de la revolución jucheana, enarbolando antes que nadie la bandera de la defensa a muerte del líder, tanto en los momentos gloriosos como en los penosos.
    La historia de nuestro ejército, que comenzó con dos pistolas pero que finalmente ha llegado a poseer una fuerza insuperable que hace temblar de pánico a los agresores imperialistas, es algo inédito que ningún otro ejército del mundo ha conocido jamás.
    Durante un largo período que va de su fundación a la actualidad, el Ejército Popular libró tanto la lucha guerrillera como la guerra regular y la confrontación sin tiroteos. En este proceso ha adquirido sus propios y omnipotentes métodos de combate y experiencias que le aseguran sucesivas victorias, y se ha convertido en tropas de inagotable fuerza, dotadas de medios de ataque y defensa a nuestro estilo que le permiten desenvolverse con habilidad en cualquier guerra moderna.
    La superioridad militar y técnica ha dejado ya de ser una propiedad exclusiva del imperialismo. De la misma forma, la época en que el enemigo nos chantajeaba con su bomba atómica ha pasado para siempre. Lo corroborará claramente la solemne demostración de la fuerza que tendrá lugar hoy.
    Desde que inscribiera en su nombre la palabra "popular", nuestro ejército ha dejado huellas indelebles no sólo como defensor de la patria sino además como benefactor del pueblo mediante su participación en la edificación de un Estado próspero y poderoso.
    La inestimable sangre y sudor que derramaron sus oficiales y soldados están impregnados en obras monumentales erigidas en distintas partes del país, así como en numerosos bienes socialistas que contribuyen a mejorar la vida poblacional.
    Estas fuerzas revolucionarias con el temple del monte Paektu, que se enorgullecen de ser un ejército del líder, del Partido y del pueblo y que ostentan su indestructibilidad, constituyen precisamente la mayor herencia que los Generalísimos Kim Il Sung y Kim Jong Il nos dejaron con su gran amor a la patria. Y contar con ese legado de gran valor colma de dicha y orgullo a nuestro Partido y pueblo.
    Si el heroico Ejército Popular de Corea no adornara su historia con sucesivos triunfos, serían inconcebibles los gloriosos cien años de la Corea de Juche y el firme aval de miles y miles de años de la nación de Kim Il Sung y de la Corea de Kim Jong Il.
    La sagrada crónica revolucionaria y las imperecederas proezas de Kim Il Sung y de Kim Jong Il, quienes desbrozaran el inexplorado y escabroso camino de la revolución de Songun, abrieran una nueva era de la independencia nacional y cimentaran una sólida base para la prosperidad del país y el bienestar de todas las futuras generaciones, resplandecerán eternamente en los anales de la historia nacional.
    Compañeros:
    En este momento estamos en una línea divisoria de la historia que da comienzo a la nueva centuria de la era Juche. Un momento de gran responsabilidad e importante cuando nosotros, que hemos aprendido de Kim Jong Il a hacer la revolución, debemos trabajar con mayor disposición y empeño que nunca.
    La IV Conferencia del Partido y la V Sesión de la XII Legislatura de la Asamblea Popular Suprema de la RPDC, reuniones históricas efectuadas hace unos días, enaltecieron a Kim Jong Il como eterno Dirigente de nuestra revolución, eterno Secretario General del Partido del Trabajo de Corea y eterno Presidente del Comité de Defensa Nacional de la República. Una reafirmación de la inconmovible voluntad de nuestro Partido, Ejército y pueblo de culminar la causa revolucionaria de Juche emprendida en el Paektu a carta cabal, sin concesión alguna y únicamente a la manera del Líder Kim Il Sung y del Dirigente Kim Jong Il, con la gran bandera del kimilsungismo-kimjongilismo en alto.
    Marchar sin ningún desvío por el camino de la independencia, de Songun y del socialismo, allanado por Kim Il Sung y Kim Jong Il, he aquí la estrategia de largo alcance de nuestra revolución y la garantía de su victoria definitiva.
    La primera tarea encaminada a dignificar eternamente a la Corea de Songun y realizar exitosamente la obra de construcción de un Estado socialista poderoso y próspero, es fortalecer por todos los medios al Ejército Popular.
    Este seguirá siendo la fidedigna avanzada y el inconmovible punto de apoyo de la revolución de Songun, que abre el camino cubierto de nieve bajo la dirección del Partido, y ofrece garantía militar a su causa.
    Todo cambia con el paso del tiempo y la sucesión de las generaciones, pero jamás cambiará el carácter revolucionario del Ejército Popular, fiel reproducción de nuestro Líder y General, ni el método combativo de esa poderosa fuerza imbuida del espíritu del Paektu, que enarbola delante de todos sus estandartes la bandera roja del Partido del Trabajo.
    Le corresponde seguir promoviendo el Movimiento por el Título del Séptimo Regimiento de O Jung Hup, en correspondencia a las exigencias de la realidad en desarrollo, para así identificar a todos sus integrantes con la determinación de los guerrilleros antijaponeses de convertirse en balas y bombas para defender al líder.
    Le incumbe materializar cabalmente en sus labores militar-políticas las originales ideas y líneas militares de nuestro Partido y afianzar el sistema revolucionario de mando militar, al punto de convertirse en un cuerpo ideológicamente puro y orgánicamente íntegro que comparte el mismo pensamiento, respira el mismo aire y da los mismos pasos que el Partido.
    Le atañe desencadenar la fiebre del entrenamiento con el método creado en el Paektu, que fogueará a todos los oficiales y soldados como verdaderos combatientes versados en las infalibles estrategias y tácticas y los audaces métodos de ataque de Kim Il Sung y Kim Jong Il y plenamente capacitados para la batalla real, así como ir adquiriendo el aspecto estándar del ejército revolucionario élite, disciplinado en sumo grado y elegante en todos los aspectos.
    El auténtico poderío de nuestro Ejército Popular se logra cuando todos sus integrantes se aglomeran como compañeros de armas en torno al Partido y cuando los militares y civiles logran una armonía total, y he aquí la llave de su combatividad.
    Bajo la consigna "¡Que todos los militares seamos verdaderos compañeros de armas!", el Ejército Popular continuará fomentando los bellos rasgos tradicionales de la unidad entre oficiales y soldados y predispondrá a los combatientes para que den la sangre y ofrendan la vida en aras de sus compañeros en el camino de la revolución de Songun.
    Oficiales y soldados son igualmente inapreciables compañeros de armas del Comandante Supremo. Confiamos, más que en cañones, cohetes u otros modernos armamentos, en nuestros queridos soldados, y para ellos existimos los oficiales y el Comandante Supremo.
    Todos los oficiales tienen el deber de cuidar atentamente a los soldados, teniéndolos por sus propios hermanos y compañeros, y acostumbrarse a trajinar y trajinar por el bien de ellos, aunque se les desgaste la suela de los calzados.
    La unidad militar-civil es la raíz que nutre a nuestra sociedad y lo más importante de la revolución de Songun.
    Es necesario que el Ejército Popular continúe desempeñando su papel de promotor y vanguardia en la tarea de consolidar monolíticamente la referida gran unidad, heredando la tradición de la guerrilla antijaponesa.
    Mantendrá en alto la consigna "¡Ayudar al pueblo!", lanzada por Kim Jong Il.
    Cumplirá con su misión como ejército del pueblo, al realizar muchas labores útiles para él, con la misma disposición con que ayuda a sus propios padres y hermanos y los quehaceres de su propio hogar.
    Nuestro Partido está firmemente decidido a lograr que nuestro pueblo, el mejor del mundo que ha seguido con lealtad al Partido sobreponiéndose a todas las pruebas, no se apriete más el cinturón y disfrute plenamente de una vida opulenta en este régimen socialista.
    Nos toca cultivar con esmero las preciosas semillas sembradas por Kim Jong Il para la construcción de la potencia económica y la mejora de la vida poblacional, hasta cosechar frutos maduros.
    Un Estado socialista poderoso y próspero es la suma de la unidad monolítica, el invencible poderío militar y la revolución industrial de la nueva centuria.
    Es preciso reavivar más las llamaradas de dicha revolución y de Hamnam, y así entraremos en plena fase de la construcción de la potencia económica.
    A los oficiales y soldados del Ejército Popular les corresponde seguir exhibiendo su potencial, como poderoso destacamento armado revolucionario que realiza lo imposible, en las principales obras para construir la potencia económica y elevar el nivel de la vida del pueblo, abriendo así la brecha en la marcha hacia el gran auge.
    Aprendiendo del estilo de lucha y la creatividad del Ejército Popular, que concluye de un aliento cualquier tarea que se propone, todos los funcionarios, miembros del Partido y demás trabajadores han de levantar en todos los frentes de la construcción socialista una tempestad de grandes saltos e innovaciones que acortan años y décadas.
    Para nuestro Partido y Gobierno que se plantean el objetivo final de levantar un Estado poderoso y elevar el estándar de la vida de los habitantes, la paz tiene un valor inestimable. Pero más valiosas resultan la dignidad y la soberanía de la nación.
    A fin de defenderlas firmemente y preservar la verdadera paz y seguridad del país, todos los oficiales y soldados del Ejército deberán mantener el estado de alerta para cualquier eventualidad, sin olvidar jamás su deber revolucionario, y garantizar militarmente la empresa de nuestro Partido para la construcción de un Estado potente.
    Resulta realmente doloroso que la homogénea nación coreana, que vivió en un mismo territorio por muchos años, siga sufriendo durante casi siete décadas la desgracia de la división.
    Nuestro Partido y Gobierno le darán la mano a todo el que desea de corazón la reunificación, paz y prosperidad de la nación y se esforzarán con responsabilidad y paciencia para lograr la causa histórica de la reintegración.
    Compañeros:
    Justa es nuestra causa e inagotable la fuerza de la Corea unida sobre la base de la verdad.
    Mientras que Kim Il Sung y Kim Jong Il, que perduran en el corazón de todos los militares y civiles, bendicen nuestro resplandeciente porvenir, contamos con el poderío insuperable de un ejército con el temple del Paektu, existe la gran e indestructible unidad militar-civil y tenemos un pueblo fiel que acata la causa del Partido con conciencia y obligación moral, nuestra victoria está asegurada.
    En este sagrado trayecto de la revolución de Songun, seré para ustedes un compañero de armas que comparte la vida y el riesgo de la muerte y cumpliré con la responsabilidad que asumo ante la Patria y la revolución, en acato al legado de Kim Jong Il.
    ¡Luchemos todos enérgicamente y con una misma idea y voluntad, como dignos descendientes del gran Líder y dignos soldados y discípulos del gran Dirigente!
    Al frente de nuestro destacamento revolucionario, símbolo de victorias y glorias, flamearán siempre las banderas con las imágenes radiantes como el sol de los camaradas Kim Il Sung y Kim Jong Il que nos alientan hacia nuevos triunfos.
    ¡Adelante hacia la victoria final!